jueves, diciembre 17, 2015

Peruvian trip II

Lo prometido en la entrada anterior es deuda, asi que va el relato del sabor del Cuy y otras peruvianos hechos.


Segunda vez que visito Perú y no podía dejar pasar nuevamente la oportunidad de comer cuy (Cavia porcellus). Superado el asunto de que tiene toda la facha de un ratón y que a menudo es también una mascota, comer cuy no es muy diferente de comer una perdiz o un pollo de campo. 





Existen dos formas populares de cocinar el cuy: frito y al horno. Nosotros pedimos nuestro cuy asado y fue lo mejor porque que así pudimos observar todo el proceso. El chef puso al cuy en una budinera, que con un gran tablon de madera metió a un horno puesto en medio del restaurant. Cada cierto rato lo iban dando vuelta y con todo, tardo alrededor de una hora y media en asarse junto a un gran tronco en llamas.




El cuy es un plato bastante caro comparativamente hablando. En el pueblo de Aguas Calientes cuesta unos 45 nuevos soles (~9.000 CLP), sin iva incluido (hago el énfasis en lo del "sin iva" porque en Aguas Calientes siempre ponen los precios así y luego en la cuenta el precio es mayor). De todas formas siempre pueden conseguir que lo sirvan para dos personas, acompañado de ensaladas y papas doradas, que a decir verdad, alimentan bastante más que el cuy. Si, porque en realidad, el cuy casi no tiene carne, es mayormente piel, cuero (duro) y grasa. Lejos de ser un platillo delicioso, el cuy deja con bastante hambre y su sabor es bien parecido al del cerdo, no por nada se le llama >>guinea pig<<. El resumen: sabor a chicharrón.




No diría que es malo, pero tampoco comería otro, igual creo que valió la pena probarlo.

Una cosa que si vale la probar es el fantástico yogur Gloria. De hecho, durante el viaje fue la base de nuestra pirámide alimenticia. Probamos todos lo sabores que encontramos a nuestro paso: Fresa, Mango, Durazno, Lúcuma, Piña y Sauco. Todos eran buenísimos, un monumento a los derivados lácteos!!! El litro cuesta 5 nuevos soles y diría que le pega tropecientas patadas al colún; el griego de danone queda llorando en un rincón y el batifrut de soprole no se atreve a levantar la mirada ante tanta humillación. Al nestle no lo incluyo porque eso no es yogur. 
Yogur Gloria: I miss you...


Lo bueno es que no toda separación es definitiva y como Perú hace rato tiene sucursal en Santiago, el yogur Gloria lo encontramos fácilmente en la Vega Central. ^^

Otro imperdible del Altiplano es probar la hoja de coca. Nosotros para combatir el "mal de alturas" probamos todos los formatos en que los amigos peruanos ofrecen "la hoja sagrada de los incas": dulces, galletas, chicle, cerveza y mate. Pero no fue hasta que llegamos a Cuzco y conocimos quechuas reales, que realmente supimos lo que es la coca del mundo andino.

Decidimos recorrer Cuzco antes de nuestro viaje de regreso y emprendimos rumbo a las ruinas de Sacsayhuaman. Alli nos encontramos con un "captador" que nos ofreció un paseo a caballo por 70 nuevos soles en un tour medio "underground". 
Pero fue demasiado entretenido! Donald nuestro guía nos llevo a nosotros y a nuestros caballos al templo de la Luna, Templo del Mono y Sistema de Cuevas. Al no estar tan intervenido y recontra lleno como Machu Picchu uno puede detenerse y dedicarse a sentir la energía del lugar. Estuvimos alrededor de 2 horas recorriendo las ruinas que alternaban con praderas de quinoa que crecia libremente.


Pero lo destacable sucedio al final del paseo, cuando un abuelito quechua se acerco con un palito a contarnos el cuento de la Queñoa. En estos casos mi consejo es dejarse engrupir. Estuvimos bajando rumbo a Cuzco con el abuelito unos 45 minutos y en ese rato nos enseño a "pichar" es decir a mascar hoja de coca. Nos convido de la hoja que el mismo habia cosechado y nos dio a oler una plantita muy parecida a la menta. El efecto fue instantáneo, potente y verdadero; boca dormida, respiración profunda y despejada. Después nos dejo, no sin antes pedirnos platita pa' su almuerzo. Nos despedimos y partimos rumbo a los mercadillos de artesania. Fue entonces cuando cachamos el real efecto de la coca. Algo así como volados, nos reímos y dijimos: este viejo nos drogó. Conclusión: la hoja que venden en los mercados es para los turistas y tiene efecto pero poquito.

Mención honrosa para el perro peruano. Afortunadamente no lo cocinan (que yo sepa) pero pucha que es feo este animal. Además no puedo evitar cuestionar las ventajas adaptativas de ser un perro pelado en el Altiplano! Que frío! 


Debo decir que no me atrevi a tocar su lampiño cuerpo iugh!


Alia.-


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